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Bigas por la sucesión
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Bigas Luna se postula como posible sucesor de Alex de la Iglesia al frente de la Academia de Cine. ¿Será su evidente parecido físico indicativo de una continuidad en el funcionamiento de la Academia?
Una inmigrante iraní que vive en Catalunya invoca la Ley del Talión para exigir justicia… ¿pero qué justicia?. Hace unos años, un ex-novio al que rechazó le arrojó ácido sobre la cara , dejándola marcada y, lo que es peor, dejándola ciega. Ahora, la muchacha se marcha para Irán dispuesta a exigir el cumplimiento de la Ley islámica, que le permitirá dejar ciego de un ojo (dado que, para los iraníes y algunos otros musulmanes, la mujer vale la mitad que el hombre, la agredida que pierde dos ojos “sólo” puede aspirar a arrebatarle uno a su agresor) al individuo que destrozó su vida, si bien la interfecta está estudiando la posibilidad de pagar 20.000 euros de nada para poder cobrarse, también, el otro globo ocular. ¿Por qué llaman a ésto “Ley” cuando deberían llamarlo “venganza” o simplemente “barbarie”?.
Millones de mujeres que nunca han leído “ El Quijote ”, “ Cien años de soledad ” o incluso “ La Biblia ” compraban y disfrutaban sus obras, que solían editarse en formato de bolsillo y papel barato. Dicen que es la segunda escritora más leída en lengua castellana, sólo superada por Cervantes. Sin embargo, nunca se le ha deparado la repercusión crítica que tal vez alguna de sus novelas mereció, ni se ha realizado una taquillera adaptación cinematográfica de casi ninguna de ellas. ¿Escribir historias románticas para un público al que no le gustan “ Tiempo de silencio ”, “ Los Santos Inocentes ” o “ El Jarama ” le resta méritos a Corín Tellado ? Yo no lo creo. Estaba a punto de cumplir 82 años y su máquina de escribir ya no tecleará más, dejando una huella inolvidable en toda una generación de lectoras y, ¿por qué no?, lectores, a los que, con todo derecho, les encantaban y les encantan los folletines y los culebrones.
El cáncer terminal ha terminado, según lo previsto, con la vida de Jade Goody , la ex–concursante de la versión británica de “ Gran Hermano ” que vendió todas las exclusivas de su vida desde que fue expulsada de la mediática casa. Se me ocurre equipararla con la también ex –hermana Aida Nízar, a la que no le deseo un cáncer pero que también supo rentabilizar su paso por el concurso. Lo curioso es que Goody pasó de ser una de las mujeres más odiadas de su país (cuando estaba sana) a convertirse en una especie de mártir tras haber fallecido prácticamente ante las cámaras. Lo sucedido me recuerda al argumento de aquella película protagonizada por Romy Schneider cuyo título he tomado prestado para este artículo, pero a mí, personalmente, no me conmueve la agonía de la “pobre” mujer, sino la estupidez de los telespectadores ingleses que aceptaron formar parte de tan truculento juego.
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