Ha sido una de esas muertes que no por anunciadas resultan menos dolorosas. A Patrick Swayze le diagnosticaron hace un par de años un cáncer de páncreas y el hombre, lejos de hundirse, quiso seguir trabajando hasta el final. La pequeña pantalla fue el pequeño escenario de las últimas interpretaciones de este actor, que trabajó con Coppola, que desafió a los rusos en "Amanecer rojo" y que se consagró con sus bailes en "Dirty Dancing", su amor indestructible a Demi Moore en "Ghost" y sus lecciones de surf a Keanu Reeves en "Le llaman Bodhi". Fue elegido el Hombre Más Sexy del Mundo, pero su mirada limpia era digna del Hombre Más Bueno (en el buen sentido, que diría Antonio Machado). Descanse en paz.
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